Reino de España: ¿moderación salarial o política de rentas?
Fernando Luengo y Nacho Álvarez - SinPermiso
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Reino de España: ¿moderación salarial o política de rentas?

Las políticas de moderación salarial están en el centro de las agendas de los gobiernos europeos, de Bruselas y del Fondo Monetario Internacional. A pesar de que el epicentro de la crisis económica se sitúa en el sector financiero y en su deriva especulativa, se invocan esas políticas como piedra angular para su superación y para afrontar con éxito el desafío competitivo. Dejando a un lado el efecto adverso sobre un crecimiento todavía frágil de las estrategias de reducción de los costes laborales en un contexto, como el actual, de débil demanda, cabe plantear otros interrogantes sobre su efectividad y alcance.
Fernando Luengo y Nacho Álvarez - 29/08/11
Las políticas de moderación salarial están en el centro de las agendas de los gobiernos europeos, de Bruselas y del Fondo Monetario Internacional. A pesar de que el epicentro de la crisis económica se sitúa en el sector financiero y en su deriva especulativa, se invocan esas políticas como piedra angular para su superación y para afrontar con éxito el desafío competitivo. Dejando a un lado el efecto adverso sobre un crecimiento todavía frágil de las estrategias de reducción de los costes laborales en un contexto, como el actual, de débil demanda, cabe plantear otros interrogantes sobre su efectividad y alcance.
Se pretende incidir en la estructura de costes de las empresas, pero en realidad la importancia relativa de los costes laborales en los costes totales o en la facturación global de las firmas han tendido a aminorarse, representando a menudo una pequeña parte de los insumos totales o del precio global del producto. Así pues, las políticas de moderación salarial afectan únicamente a una parte (decreciente) de la estructura de costes de las empresas. Otros costes no laborales son habitualmente relegados en este debate.
Además, conviene aclarar y enfrentar los conceptos "política salarial" y "política de rentas". Aunque, a menudo, ambos términos se intercambian para aludir al mismo instrumento de política económica, no son en absoluto sinónimos. Las políticas de rentas desbordan con mucho las centradas en el plano estrictamente salarial: los rendimientos de tipo financiero, los ingresos derivados de la propiedad, los obtenidos por el libre ejercicio de la profesión, los beneficios empresariales y las retribuciones de los accionistas pertenecen a esa categoría. Su verdadera relevancia, dado el margen de ocultamiento fiscal de este tipo de ingresos y la opacidad de una parte de los mercados donde se generan, podría estar infravalorada en las estadísticas oficiales. De cualquier modo, con algunas excepciones, estas rentas permanecen al margen de las políticas de austeridad aplicadas sobre los salarios, habiendo crecido por encima de éstos durante las últimas décadas. Y, sin embargo, la competitividad empresarial también podría alcanzarse practicando políticas de austeridad sobre las rentas del capital y los márgenes de beneficio, y no sobre los salarios.
La economía convencional sostiene que estas rentas constituyen el motor del proceso de acumulación. Lo cierto, sin embargo, es que el viejo axioma de la teoría económica que identifica ahorro e inversión se ha visto trastocado, pues una parte sustancial de los beneficios se ha orientado a los mercados financieros y, más concretamente, a sus tramos más especulativos, donde se alcanzan elevadas tasas de rentabilidad. Este fenómeno, al tiempo que ha aminorado los recursos disponibles para la inversión productiva, ha aumentado el coste de los recursos necesarios para cubrir dicha inversión.
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