Libia en el gran juego
Manlio Dinucci - Il Manifieso
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Libia en el gran juego

Por lo tanto, Estados Unidos podría controlar el grifo de las fuentes de energía de las que depende en gran parte Europa y que también provee a China.
Manlio Dinucci - Il Manifieso 07/03/11
No sólo familias que temen por sus vidas e inmigrantes pobres de otros países norafricanos huyen de Libia. Hay decenas de miles de refugiados que son repatriados por sus gobiernos en barcos y aviones: sobre todo son ingenieros y ejecutivos de grandes compañías petroleras.
Gracias a sus ricas reservas de petróleo y gas natural, Libia tiene una balanza comercial positiva de 27 mil millones de dólares al año y un ingreso per cápita medianamente elevado de 12 mil dólares, seis veces mayor que el de Egipto.
A pesar de fuertes diferencias en los ingresos bajos y altos, el nivel de vida promedio de la población de Libia (sólo 6.5 millones de habitantes en comparación con los casi 85 millones de Egipto) es por lo tanto mayor que el de Egipto y otros países norafricanos. Lo muestra el hecho de que casi un millón y medio de inmigrantes, sobre todo del norte de África, trabajan en Libia.
Cerca de 85 por ciento de las exportaciones libias de energía van a Europa: Italia tiene el primer lugar con 37 por ciento, seguida por Alemania, Francia y China. Italia también ocupa el primer lugar en importaciones de Libia, seguida por China, Turquía y Alemania.
Este marco ahora revienta como resultado de lo que se puede caracterizar no como una revuelta de masas empobrecidas, como las rebeliones en Egipto y Túnez, sino como una verdadera guerra civil, debido a una división del grupo gobernante. Quienquiera que diese el primer paso ha explotado el descontento contra el clan de Kadafi, que prevalece sobre todo entre las poblaciones de Cirenaica y los jóvenes en las ciudades, en un momento en el cual todo el norte de África ha tomado el camino de la rebelión.
A diferencia de Egipto y Túnez, sin embargo, el levantamiento libio se planificó y se organizó con anterioridad.
Las reacciones en la arena internacional también son simbólicas. Pekín ha dicho que está extremadamente preocupado por los sucesos de Libia y llamó a un rápido retorno a la estabilidad y la normalidad.
El motivo es obvio: el comercio chino-libio ha crecido considerablemente (cerca de 30 por ciento solamente en 2010), pero ahora China puede ver que toda la estructura de las relaciones económicas con Libia, de donde importa cantidades crecientes de petróleo, se ha puesto en juego. Moscú se encuentra en una posición semejante.
Diametralmente opuesta es la señal de Washington: el presidente Barack Obama, que cuando se vio enfrentado a la crisis egipcia minimizó la represión desencadenada por Mubarak y llamó a una transición ordenada y pacífica, ha condenado rotundamente al gobierno libio y anunció que Estados Unidos prepara “toda la gama de opciones que tenemos a nuestra disposición para responder a esta crisis, incluidas ‘acciones que ponemos emprender solos y otras que podemos coordinar con nuestros aliados a través de instituciones multilaterales’.
” El mensaje es evidente: existe la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos y la OTAN en Libia, oficialmente para detener el derramamiento de sangre. Las verdaderas razones son obvias: si se derroca a Kadafi Estados Unidos podría derribar todo el marco de las relaciones económicas con Libia y abrir el camino a las multinacionales basadas en Estados Unidos, que hasta ahora están casi totalmente excluidas de la explotación de reservas de energía en Libia.
Por lo tanto, Estados Unidos podría controlar el grifo de las fuentes de energía de las que depende en gran parte Europa y que también provee a China.
Estos son las apuestas en el gran juego de la división de los recursos africanos, por los que tiene lugar una creciente confrontación, en especial entre China y Estados Unidos. La creciente potencia asiática, con la presencia en África de cerca de 5 millones de gerentes, técnicos y trabajadores, construye industrias e infraestructuras a cambio de petróleo y otras materias primas.
Estados Unidos, que no puede competir en ese terreno, puede utilizar su influencia sobre las fuerzas armadas de los países africanos importantes, que entrena mediante el Comando África (Africom), su principal instrumento para la penetración en el continente. La OTAN también entra ahora en el juego, ya que está a punto de concluir un tratado de cooperación militar con la Unión Africana, que incluye a 53 países.
La central de la cooperación de la Unión Africana con la OTAN ya se está construyendo en Addis Abeba una estructura moderna, financiada con 27 millones de euros de Alemania, bautizada Construyendo paz y seguridad.
Il Manifesto,
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Visto en KaosEnLaRed