Rusia: Transcurridos diez años, persisten las dudas sobre la tragedia del Kursk
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Para aquellas fechas, el Kursk era uno de los submarinos más modernos de la Flota rusa. Perteneciente al proyecto 949A, el Kursk comenzó a construirse en 1990, fue botado en mayo de 1994, como sumergible imbatible destinado a la lucha contra buques enemigos de grandes dimensiones, fundamentalmente portaaviones.
Según la versión oficial, el accidente se produjo por la explosión de un torpedo 65-76A en el tubo de lanzamiento nº 4, lo cual provocó el estallido de los demás torpedos. La investigación que se llevó a cabo determinó que la primera explosión se produjo debido a una fuga de hidrógeno por una microgrieta en las paredes del torpedo, deteriorado a consecuencia de mantenimiento inadecuado.
Si esto es así y teniendo en cuenta que la falta de medios de salvamento propios fue reconocida casi inmediatamente, ¿por qué entonces las autoridades políticas y militares de Rusia rechazaron durante tanto tiempo la ayuda internacional?
En su momento, se informó de la presencia en la zona de maniobras de al menos tres submarinos nucleares extranjeros; se dijo que se habían encontrado boyas de emergencia de fabricación occidental hundidas, y que se había descubierto un submarino no identificado en la zona de la tragedia.
Y a pesar de todo, no cabe ninguna duda de que había submarinos de otros países en la zona donde se realizaban las maniobras del los buques rusos, porque era una práctica vigente desde los tiempos de la Guerra Fría y que continuó después de la disolución de la Unión Soviética.
Otros argumentos a favor de la "pista extranjera" tienen relación con una serie intensa de contactos al más alto nivel entre Rusia y EEUU que se produjeron inmediatamente después del naufragio del Kursk y que incluyó una imprevista conversación telefónica entre los presidentes de los EE.UU. y de Rusia, Vladimir Putin y Bill Clinton, y una visita urgente y no planificada del Director de la CIA, George Tenet, a Moscú el 17 de agosto de 2000.
El argumento principal que juega en contra de esta versión es el amplísimo círculo de personas que estuvieron enteradas de lo ocurrido. Como mínimo, el alto mando de las flotas norteamericana, británica, noruega y rusa, las autoridades políticas de estos países, el personal de la base militar de Bergen (Noruega), la tripulación total de al menos un submarino estadounidense (Memphis o Toledo) y la tripulación del crucero Pedro el Grande, que se encontraba en las inmediaciones del lugar y cuyos aparatos acústicos recogieron todo lo que sucedía en el Kursk.
Es mucho más verosímil la versión del mal estado en el que se encontraba el torpedo 65-76, que además de defectos originales de diseño, explotó por las precarias condiciones de mantenimiento como consecuencia de la decadencia de la flota de guerra tras la disolución de la URSS. Esta versión que figura como la versión oficial, es compartida además por muchos expertos en la materia.
En condiciones semejantes, los militares tienden a estar más preocupados de su propia supervivencia que cumplir sus obligaciones profesionales.
Por último, queda la versión de un enfrentamiento entre submarinos bajo las aguas, posibilidad que hasta el momento, sigue sin estar sometida a ningún tipo de limitación.
En estas condiciones, el riesgo de choque entre sumergibles que se vigilan mutuamente -en ocasiones a una distancia de unas pocas decenas de metros- es muy alto.