Las pruebas de estrés a los bancos
José Juan Sansó - ATTAC
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José Juan Sansó – ATTAC Canarias
Siempre me ha sorprendido la terminología que toman prestados muchos postulados económicos de otras ciencias. Unas veces se acude a la Biología, otras veces a la Física, otras a la Filosofía, para argumentar lo más variopinto.
Ahora nos encontramos con que a los bancos se les hace unas pruebas de stress, como a las plantas se les hace vivir sin agua para comprobar su resistencia.
Exactamente, viene a ser algo así como comprobar si en un escenario totalmente desfavorable, con descenso del PIB, seguirían obteniendo beneficios, y el resultado es que sí, que la mayoría lo conseguiría tanto a nivel europeo como español.
¿Qué quiere decir esto? Pues que en una situación en que la economía real va mal, a los bancos les seguiría yendo más o menos bien.
Si la economía real va mal, habrá que pensar que hay muchos parados, que la población no consume, los empresarios no invierten, el Estado no gasta (esto es lo que proponen los que promueven las pruebas de stress), disminuyen los ingresos por impuestos, los bancos por lo tanto no prestarían dinero, ni la gente tendría dinero para depositar en los mismos. Pues bien, aún así los bancos obtendrían beneficios, y de esto por lo visto, debemos todos de alegrarnos.
Si la economía real va mal y a los bancos les va bien, quiere decir que los bancos controlan de tal forma los mecanismos financieros del sistema que son invulnerables a su devenir. ¿Para qué los queremos entonces? Si aún fallando la actividad básica de explotación de los bancos: captar dinero y dar créditos, estos siguen ganando dinero. ¿En qué se han convertido los bancos?
Los gobiernos deberían poder explicar a la población por qué es imprescindible que los bancos estén “saneados”, y todos debemos contribuir a ello, aunque no cumplan la función social básica que les corresponde: servir de intermediarios entre el ahorro y la inversión y prestar toda una serie de servicios.
Cuando nos enteramos que en España, más de un 40% de la Deuda Pública está en manos de los bancos españoles, y el resto en manos de otros intermediarios financieros no españoles, y que además ese dinero bancario procede en gran parte de dinero barato del Banco Central Europeo comprendemos por qué resulta tan difícil de explicar todo esto a la población.